Un desconocido en el bus | Peatixtag:peatix.com,2011:12015-10-13T21:05:58+02:00Peatixsara zambolUn desconocido en el bustag:peatix.com,2015:event-812072015-03-31T12:00:00CET2015-03-31T12:00:00CET Casi sin aliento, llegó a su casa y, sin saludar, se fue
directamente a su dormitorio. Ya en su pieza, Paulina se sentó al borde
de la cama y repasó lo sucedido, desde el momento en que subió a la
micro de vuelta a su casa. Venía fuera de sí, con los sentidos
completamente alterados por la experiencia vivida. No podía creer que
ella, una muchacha de solamente quince años, hubiera despertado tal
deseo en un hombre mayor, al punto que terminara haciéndole las cosas
que ese hombre le hiciera en la micro. Se recostó y cerrando los ojos, repasó lo sucedido.
La micro iba llena de gente y ella, aferrada a una barra, era remecida
por los continuos avances y frenadas del chofer. Había salido apurada
del colegio pues deseaba preparar la prueba que le esperaba al día
siguiente, ya que de ella dependía su futuro escolar. Sumida en las
preocupaciones por la nota que necesitaba para salvar su año escolar, no
se percató de la proximidad de un hombre mayor, de aproximadamente
treinta años, que había acercado su cuerpo al suyo. No fue hasta que
sintió entre sus nalgas la presión de cierta dureza que sus pensamientos
la volvieron a la realidad. Giró levemente su cabeza y vio a un varón
de buen aspecto que miraba por la ventanilla de la micro hacia fuera
mientras se apretaba a ella. Siendo ese hombre lo único próximo a su
cuerpo, entonces quiere decir que lo que se apretaba a sus nalgas no
podía ser otra cosa que su virilidad. El solo pensamiento de que ese
hombre estaba excitado por ella le produjo un cosquilleo que no pudo
controlar. Ella, una muchacha de quince años, colegial, en su uniforme
escolar, había logrado que un hombre de treinta años la deseara. Y sin
proponérselo. La sensación de sentirse objeto del deseo de un
hombre, y en este caso un hombre que le doblaba en edad, le hizo tomar
conciencia de que su cuerpo había adquirido formas de mujer adulta,
capaz de despertar el deseo de los varones. Ahora comprendía
perfectamente las miradas de algunos profesores y de su vecino.
El solo pensamiento de saberse deseada gatilló en ella el afán de
llevar las cosas adelante y comprobar hasta qué punto ese hombre estaba
dispuesto a seguir. Sus nalgas se apretaron ligeramente al hombre que
estaba a sus espaldas, esperando su reacción. Y esa reacción no se hizo
esperar. La presión de la verga entre sus glúteos se hizo mas
pronunciada, con ligeros movimientos que el hombre imprimía a su pelvis
en el afán de lograr algo parecido a una copula. Paulina se sintió
trasportada y sin medir las consecuencias, apretó su cuerpo al de él,
enviándole una clara señal de aceptación del juego entre ambos.
Con los ojos cerrados pensaba en la escena que había vivido en la micro
y una de sus manos se posó sobre su falda colegial, apretando su sexo,
visiblemente excitada por las imágenes que venían a su mente.
Sintió una mano posarse en su pierna y recorrerla por debajo de la
falda, hasta alcanzar uno de sus glúteos, lo que la llenó de
nerviosismo, pero no la amilanó. Se dejó hacer y la mano llegó a su
panty. El recuerdo de la mano de ese hombre en su panty,
apretando su paquetito, le hizo meter su propia mano bajo la falda y
llevarla al mismo lugar donde ese desconocido la había puesto.
Sintió que el hombre bajaba su panty con las dos manos, hasta dejarlas a
media pierna, para después bajar el cierre de su pantalón y buscar
dentro del mismo. Sabía bien lo que ese hombre buscaba y sus sospechas
se hicieron realidad cuando sintió el pedazo de carne posarse entre sus
piernas. Su mano bajó su panty y mientras recordaba el pene del
hombre entre sus nalgas empezó a meter uno de sus dedos en su vulva, la
que conservaba restos de la humedad que el pedazo de carne del
desconocido le había provocado en la micro. La sensación que le produjo
el dedo en su propia vulva era indescriptible. Tal vez el recuerdo de la
verga moviéndose entre sus piernas ayudó a que su excitación fuera
incontrolable. No lo sabía, el asunto es que se sintió poseída por el
deseo de llegar al límite en esta nueva experiencia que estaba viviendo y
un segundo dedo siguió al primero, los que salían y entraban de su
vagina a un ritmo desenfrenado mientras ella seguía con sus ojos
cerrados, aferrada al recuerdo de las sensaciones que ese desconocido
despertó en su ser al compás de las metidas y sacadas de su verga de
entre sus piernas. De pronto sintió que era inundada de algo
viscoso que empezó a correr por sus piernas y supo que había logrado
hacer acabar a ese hombre. Había logrado que tuviera un orgasmo con solo
rozar su instrumento entre sus piernas. Ella, una chica de quince años.
El hombre la besó en el cuello y se separó de su lado, para
bajarse en el siguiente paradero, en tanto Paulina, con restos del semen
del desconocido entre sus piernas, intentaba subir sus panties sin que
nadie se diera cuenta. Su cuerpo en la cama subía y bajaba al
compás de sus dedos que entraban y salían de su vagina, a un ritmo
creciente, que culminó en la explosión de su primer orgasmo, que la
inundó de placer para terminar en un relajamiento final que terminó por
adormecerla. Y con el recuerdo de la sensación vivida en la
micro y con el placer que reprodujeran sus propios dedos, se durmió el
resto de la tarde, sin acordarse de la tarea que debía preparar. TubegaloreXhamsterXnxxXtubeXvideosYoujizzYouporn